viernes, 12 de abril de 2024

ARFID, UN TRASTORNO ALIMENTARIO POCO CONOCIDO

 

ARFID, UN TRASTORNO ALIMENTARIO POCO CONOCIDO






Fuente: Diario Mi Hijo Ed.110

Si bien muchos padres nos encontramos con dificultades a la hora de la comida con nuestros hijos, ya que no quieren lo que les ofrecemos, se niegan a probar nuevos sabores o no se comen todo lo que tienen en el plato, suelen ser “problemas” comunes durante la infancia que se van subsanando con el paso del tiempo. Pero, en algunos casos, las dificultades y desafíos entorno a la alimentación infantil pueden acabar convirtiéndose en abrumadores, hasta tal punto, que se transforma en un problema de salud mental, como es el caso del ARFID.

El trastorno de evitación y/o restricción de alimentos, conocido como ARFID, por sus siglas en inglés (Avoidant/Restrictive Food Intake Disorder), es un trastorno de la conducta alimentaria que consiste en ser excesivamente selectivo con algunos (o muchos) de los alimentos que conforman la alimentación, pudiendo generar un desequilibrio nutricional al rechazar comidas por su color, olor o textura y eliminando alimentos necesarios para una nutrición balanceada. Junto a no satisfacer las necesidades nutricionales básicas para el buen funcionamiento del organismo -lo que puede provocar desnutrición-, se produce un importante aislamiento social y emocional al que lo padece, ya que los horarios de alimentación constituyen una de las instancias de convivencia social importantes, especialmente en la edad escolar. 

¿En qué consiste?

A diferencia de otros trastornos de la alimentación, en este caso no surge una imagen corporal distorsionada o una preocupación por la imagen del cuerpo, como ocurre con la bulimia o la anorexia nerviosa. Los especialistas agrupan a los niños quienes sufren de ARFID en tres grupos:

  • Los menores que muestran una aparente falta de interés por los alimentos, no comiendo lo suficiente y sin mostrar interés en alimentarse.
  • Los niños que sólo aceptan una dieta limitada en relación a las características sensoriales como color, textura, consistencia, olor o sensación que les provoca.
  • Aquellos que rechazan la mayor parte de los alimentos por las consecuencias aversivas de comer, o sea, el hecho de tener miedo a comer después de haber vivido un episodio aterrador de quemadura, sensación de asfixia por atragantamiento o vómitos, al haber comido dichos alimentos.

Los niños que padecen este trastorno se niegan a ingerir de forma consciente diversos grupos de alimentos ya sea por miedo, asco, intolerancia a determinados sabores o texturas.

Además, suelen elegir porciones muy pequeñas e insuficientes para una correcta alimentación. En ocasiones, aunque no siempre, puede desembocar con el tiempo en una anorexia nerviosa y siempre debe investigarse por la posibilidad de que de base haya un niño con trastorno generalizado del desarrollo como un trastorno del espectro autista.

Lo preocupante de esta enfermedad es que, al ocurrir en etapas críticas de la vida como lactancia y adolescencia -etapas de pleno desarrollo físico e intelectual-, puede acarrear consecuencias dramáticas ya que podría afectarse el estado nutricional y el aporte energético, y alterar el desarrollo de las capacidades cognitivas y afectar el rendimiento escolar.

Los síntomas del ARFID 

  • Puede confundirse con mala educación alimentaria o con niños consentidos, y quedar oculto hasta que sus consecuencias médicas, por su gravedad, obligan a activar protocolos de trastornos alimentarios.
  • Conforme pasa el tiempo, se afianza y no mejora. Aunque el estado de ánimo no se ve fuertemente alterado (al contrario que con la anorexia y la bulimia), el miedo al atragantamiento o a sufrir reacciones adversas, así como la necesidad de elegir, es una característica relevante.
  • Existe una deficiencia nutricional que puede llegar a ser significativa. La pérdida de peso es una consecuencia del trastorno, y la imposibilidad de aumentar de peso es un componente negativo que provoca desnutrición, un enlentecimiento o detención del crecimiento y un bajo rendimiento cognitivo y en su desarrollo psicomotor.
  • Ante la falta de nutrientes en la dieta, presenta a menudo una dependencia de suplementos nutricionales o vitamínicos.
  • Quien padece este trastorno suele evitar reuniones sociales en las que intervenga la comida por temor a exponer sus limitaciones frente a los demás, por lo que en la mayoría de las ocasiones su funcionamiento psicosocial se ve gravemente afectado.
  • El rechazo a un alimento o un conjunto de alimentos no se explica porque haya carencia o desconocimiento cultural del mismo, sino por factores relacionados a la percepción del mismo y con sus efectos.

¿Por qué se produce y qué hacer? 

Este trastorno, como cualquier otro relacionado con la alimentación, tiene su origen en un problema emocional, a lo que se suele sumar errores en la educación o aprendizaje de la conducta alimentaria.

La terapia cognitivo-conductual es un método eficaz para el tratamiento de todos los trastornos de la alimentación. Además, es adecuado en dichos casos, tratar el trastorno de forma global y desde una atención multidisciplinaria, ya que los tratamientos que mejores resultados se obtienen son aquellos que cuentan con la atención simultánea de varios profesionales, en este caso, pediatra con experiencia en nutrición, psiquiatra/psicólogo y nutricionista.

Los comportamientos de evitación que caracterizan a los ARFID necesitan de las intervenciones conductuales, con terapias de exposición gradual, por ejemplo, invitarlos al proceso de cocinar los alimentos, que pueden ayudar de forma notable a la mejoría del trastorno. Por otro lado, es necesario un planteamiento cognitivo para solucionar los problemas tanto de tipo emocional como de aprendizaje y restablecimiento de las conductas alimentarias adecuadas.

Es importante también tratar con técnicas cognitivo-conductuales los trastornos de ansiedad y depresión que puedan estar asociados al trastorno alimentario, y además realizar una terapia familiar en la que debería incluir un “re-aprendizaje de alimentación saludable” para la mejoría global del trastorno.

Sobre la detección…

No existe una prueba única que ayude al diagnóstico de este trastorno, por lo que es importante que el médico hable tanto con los padres como con el niño acerca de su comportamiento, buscar factores desencadenantes o agravantes, lo que piensan sobre la comida y sus hábitos y un examen físico acucioso. Habitualmente se complementa con algunos exámenes para precisar algunos déficit nutricionales, y otros que busquen evaluar posibles impactos en diferentes órganos.

Si el niño tiene ARFID, la terapia psicológica tanto individual como la terapia familiar, tiene como objetivo generar experiencias agradables a la hora de comer, introducir de forma gradual nuevos alimentos, ayudar al niño a aprender a lidiar con sus emociones mientras come y ayudarle a entender cómo se siente cuando está satisfecho o tiene hambre.

Con el tratamiento adecuado, tanto los niños como los adolescentes con ARFID pueden curarse. Solo necesitan mucho apoyo y amor para mejorar y mantener unos hábitos alimenticios saludables.

Por todo ello, en caso de sospechar la existencia de ARFID es fundamental comunicarse con tu pediatra lo antes posible.

viernes, 6 de mayo de 2022

 

Cómo relactar: pasar de lactancia artificial o mixta a lactancia materna exclusiva

La relactación es el procedimiento mediante el cual una madre consigue recuperar su producción de leche después de que ésta haya disminuido total o parcialmente.

Primeros pasos en una relactación

Antes de iniciar una relactación debemos valorar la cantidad total de leche que toma el bebé en 24 horas, si no lo tenemos claro o las cantidades día a día son muy discordantes podemos apuntarlas durante un par de días y hacer la media aproximada, de esta manera sabremos que cantidad de leche toma el bebé.

Si el bebé solamente toma uno o dos suplementos y la cantidad total no supera los 140ml aproximadamente, podemos hacer una relactación directa. Es decir, esperar al fin de semana, encerrarse con el bebé en casa, eliminar los suplementos para ofrecer solamente pecho al bebé.

Si la cantidad de leche artificial superior a 140ml habrá que eliminar los biberones poco a poco. No recomendamos en ningún caso eliminar de un día a otro toda la leche artificial, no es adecuado puesto que causa gran estrés tanto a la madre como al bebé.

Aumentar la producción de leche

Empezar a estimular el pecho con el sacaleches y finalizar la extracción a mano ya que de esta forma se ha demostrado que se consigue más leche.

A ser posible es mejor una estimulación breve y frecuente diversas veces al día, que una única estimulación diaria de muy larga duración.

Buscar uno o diversos espacios cómodos y adecuados en el que realizar la estimulación, a ser posible se debería realizar cada dos o tres horas de día y cada cuatro de noche.

Los tiempos de extracción deberían aumentar en paralelo a la cantidad de leche extraída: a más leche más tiempo de extracción.

Un agarre efectivo del bebé al pecho

Cuando el bebé no acepta mamar el proceso de relactación se puede complicar. En estos casos es recomendable acudir a un grupo de apoyo a la lactancia para que una asesora puede valorar las causas por las que el bebé no quiere mamar y puede ofrecer opciones adecuadas para intentar que acepte mamar.

Si el bebé quiere mamar, hay que ofrecerle  el pecho cada dos horas de día, cada tres de noche, o cada vez que el bebé muestre interés.

Durante los primeros días que se está intentando aumentar la producción de leche, y si el bebé está tomando mayoritariamente leche artificial, se sigue administrando la cantidad completa de alimento artificial recomendada y se inicia la estimulación del pecho con sacaleches o de manera manual.

Es recomendable eliminar succiones que no sean del pecho: chupetes, biberones…

Es aconsejable dar la leche (materna extraída o artificial) con una suplementación adecuada: jeringa-dedo, vasito, cuchara…

Se puede valorar la utilización de un relactador.

En cualquier caso hay que cuidar postura y posición y vigilar que el agarre sea efectivo y la succión correcta.

Es importante controlar la ganancia de peso del bebé (30g al día las 6 primeras semanas) y la excreción de orina (5-6 pañales al día), para asegurar que está obteniendo suficiente leche.

Si no está obteniendo suficiente leche, no reducir el alimento artificial durante unos pocos días y, si es necesario, aumentar la cantidad de leche artificial durante un día o dos.

Disminuir la cantidad de leche artificial que el bebé toma

Paralelamente es necesario ir reduciendo la cantidad de leche artificial que se ofrece al bebé:

  • Reducir la cantidad de suplemento artificial administrado en 24 horas unos 60 cc (centímetros cúbicos). Esta reducción se mantiene así durante unos días.
  • Esta cantidad se puede dividir entre varias tomas: por ejemplo, reducir 10 cc en seis de las tomas de leche artificial que el bebé toma al día, o reducir dos tomas en 30 cc cada una…
  • Un patrón común es sólo amamantar las primeras horas del día y por la noche cuando los pechos se notan más blandos y los bebés parecen más demandantes ofrecer el suplemento.
  • Continuar con la cantidad reducida de la leche artificial durante unos días.
  • Si el bebé muestra por su comportamiento que es suficiente y si después de una semana ha ganado el peso adecuado para su edad, reducir de nuevo el suplemento de la leche artificial en la misma cantidad (otros 30 centímetros cúbicos) durante unos días y volver a comprobar el peso.
  • Si el bebé muestra signos de hambre o si no ha ganado suficiente peso al final de una semana, no reducir el suplemento artificial y continuar con la misma cantidad una semana más.
  • Si el bebé continúa mostrando signos de hambre o aún no ha ganado peso después de otra semana, aumentar de nuevo el suplemento y ofrecer la cantidad que se estaba antes de iniciar la relactación.

Hay que tener muy presente que a veces los suplementos siguen siendo necesarios hasta que se inicia la alimentación complementaria donde si la cantidad no es superior a los 200ml en 24 horas se puede eliminar la leche artificial y sustituirla por alimentación complementaria.

Las relactaciones no son simples ni sencillas pero se puede conseguir, acudir a un grupo de apoyo a la lactancia y buscar la complicidad de una asesora de lactancia que pueda acompañar todo el proceso, suele ser muy efectivo.

Resumen basado en:

  1. RELACTACIÓN. Revisión de la experiencia y recomendaciones para la práctica. Departamento de Salud y Desarrollo del Niño y del Adolescente. OMS. Ginebra, 1998
  2. La lactancia materna. Lawrence, R.A. Mosby / Doyma Libros, S.A. Madrid 1996
  3. Lactancia materna. Manual para profesionales. Royal College of Midwives. ACPAM. Barcelona 1994
  4. La lactancia materna. Aguayo, J. Universidad de Sevilla. Sevilla, 2001
  5. Manual práctica de lactancia materna. ACPAM. Barcelona, 2004

martes, 27 de julio de 2021

 



          ¿Frenillo Lingual (Anquiloglosia) ?

El frenillo sublingual  o membrana que sujeta la lengua por la línea media de la parte inferior. Se trata de un resto embriológico que debería desaparecer en la semana 12 de gestación pero que por motivos genéticos o ambientales no lo hace, pudiendo limitar el amamantamiento. Cuando este frenillo es corto y limitante se conoce como anquiloglosia (AG), que consiste en un defecto congénito que se produce en un 4-10% de los recién nacidos y que puede suponer una limitación para el adecuado establecimiento de la lactancia materna ya que fundamentalmente va a limitar la elevación de la lengua, movimiento necesario para la extracción de la leche. La presencia de AG va a triplicar el riesgo de destete durante la primera semana de vida. La AG es tres veces más frecuente en varones y tiene asociación familiar (se ha descrito la mutación en gen TBX22)

Un frenillo sublingual corto puede dar problemas de movilidad en la lengua, que a su vez pueden llegar a provocar dificultades en la lactancia. Cuando el frenillo limita los movimientos de la lengua, entonces se conoce como anquiloglosia. En 2013 se hizo un estudio bien interesante de prevalencia de la anquiloglosia y se llegó a la conclusión de que entre el 10-15% de la población tiene problemas con el frenillo, así que es algo que hay que tener muy en cuenta.

¿Qué problemas puede dar un frenillo corto?

Las personas con frenillos limitantes pueden tener problemas para hablar (sobre todo en la pronunciación de la R), mal oclusión dental, respiración bucal, paladar ojival, dificultades para chupar o besar, cefaleas, apnea del sueño, etc. Son problemas que se arrastran toda la vida y por eso, hay personas que deciden intervenir su frenillo incluso en la edad adulta, mejorando mucho su salud (e incluso cambiando la estructura de su cara después de la intervención).

¿Por qué es tan importante la lengua en la lactancia?

La lengua necesita acanalar el pecho (lo coge con forma de canal o surco) para realizar unos movimientos peristálticos que consiguen extraer correctamente la lengua gracias a la presión negativa que se genera dentro de la cavidad oral del niño. Estos movimientos son los que drenan el pecho sin esfuerzo por parte del bebé y permiten que la leche fluya. Cuando los movimientos de la lengua están limitados, el bebé no puede sujetar bien el pezón ni realizar correctamente la perístasis necesaria y por eso debe «compensar» esta deficiencia con los labios, apretando la mandíbula y haciendo diversos «movimientos compensatorios»

Esta compensación puede tener varias consecuencias:

1.       Callo de succión visible (callo que se forma en la boca del bebé, se cae y se forma de nuevo) Pezón con forma de pintalabios tras la toma.

2.       Grietas y dolor al amamantar

3.       Obstrucciones, mastitis o abscesos.

4.       Tomas eternas (bebés que nunca se sueltan del pecho).

5.       Problemas de peso en el bebé (bebé que no gana peso porque no consigue sacar toda la leche que necesita).

6.       Bebé que llora mucho, que no se sacia nunca y lo pasa mal


Otros problemas que puede ocasionar

Problemas de articulación del lenguaje El efecto de la AG en el habla no está bien definido. No impide la vocalización ni el retraso en el inicio del habla. Los frenillos desde la punta de la lengua que impiden que la lengua llegue a la encía superior son los que más probabilidad de significación clínica tienen: rotacismo (dislalia en el fonema de la “r”), dificultad para realizar sonidos sibilantes y linguales “t”, “d”, “z”, “s”, “th”, “n”, “l”.

Problemas mecánicos Debido fundamentalmente a una respiración oral:


 - Dificultad higiene oral (lamerse los labios, limpiarse restos de alimentos de los dientes con la lengua…).

- Enfermedad periodontal.

- Respiración bucal, paladar ojival y necesidad de ortodoncia

- Disconfort local

- Otitis de repetición

- Caries dental

- Deglución atípica, mordida cruzada o abierta

- Dificultad tocar instrumento de viento, besar, chupar un helado…

- Problemas sociales

 

Algunos expertos recomiendan la cirugía para cortar el frenillo y resolver el problema de raíz, pero algunas familias sienten temor al tener que meter en un quirófano a un bebé pequeño o simplemente prefieren probar otras alternativas. Hay algunas cosas que se pueden hacer y que pueden ayudar mucho a mejorar la experiencia de lactancia:

Posturas ventrales: postura a caballito, con la madre semi recostada o incluso tumbada boca arriba. Es una postura que da un agarre muy profundo, muy cómoda para el bebé y que ayuda muchísimo en estas situaciones.

Revisar bien el agarre al pecho: para conseguir que sea correcto con la boca del bebé bien abierta. Provocar el agarre espontáneo: este tipo de agarre suele funcionar muy bien porque es el bebé el que lo dirige. Cuanto más pequeño sea el bebé más fácil es de lograr. Compresión mamaria: se trata de ayudar al bebé haciendo movimientos similares a la extracción del pecho mientras el bebé está mamando. Sirve para acortar las tomas, hacerlas más efectivas y ayuda mucho en bebés que se cansan mucho o tienen problemas de peso. Usar pezoneras: algunas madres mejoran con el uso de pezoneras cuando tenemos frenillos muy limitantes.


miércoles, 2 de junio de 2021




¿ Qué son las Adenoides?

Las adenoides (también llamadas "vegetaciones") son una masa de tejido ubicada en la parte posterior del conducto nasal. Al igual que las amígdalas, las adenoides ayudan a mantener   sano el cuerpo al atrapar las bacterias y los virus que inhalamos o tragamos.
Las adenoides desempeñan un papel importante en la lucha contra las infecciones en los    bebés y en los niños pequeños. Pero se vuelven menos importantes cuando un niño se   hace mayor y su cuerpo desarrolla otras formas de luchar contra los gérmenes. En los niños, las adenoides se suelen empezar a encoger aproximadamente cuando tienen unos cinco   años de edad y suelen desaparecer en los años de la adolescencia.

¿Qué son las adenoides inflamadas o hipertróficas?
Puesto que las adenoides atrapan los gérmenes que entran en el cuerpo, a veces el tejido   adenoideo se inflama temporalmente (aumenta de tamaño) mientras intenta luchar contra una infección. Las alergias también pueden aumentar el tamaño de las adenoides.
A veces la inflamación mejora. Pero otras veces, las adenoides se infectan (lo que recibe el   nombre de adenoiditis). Si esto ocurre repetidamente, el médico puede recomendar    extraerlas. A menudo, las amígdalas y las adenoides se extraen al mismo tiempo.                

¿Cuáles son los signos y los síntomas de unas adenoides inflamadas o hipertróficas?
Los niños con unas adenoides inflamadas o agrandadas pueden:
  • tener dificultades al respirar por la nariz
  • respirar por la boca (lo que puede dar lugar a tener la boca seca y los labios secos)
  • tener habla nasal, como si tuvieran la nariz tapada
  • respirar ruidosamente (como si tuviera puesto un regulador de buceo)
  • tener mal aliento
  • roncar
  • dejar de respirar durante unos segundos durante el sueño (apnea obstructiva del sueño), lo que puede ocasionar un sueño interrumpido. Esto, a su vez,  puede causar problemas de aprendizaje, de conducta, de crecimiento y/o de corazón y, a veces, la conducta de mojar la cama.
  • tener infecciones de senos nasales o sinusitis frecuentes o crónicas (de larga duración)
  • tener infecciones del oído, líquido en el oído medio y pérdidas auditivas (o hipoacusias)
¿Cómo se diagnostican?
El médico puede hacer preguntas a su hijo sobre los oídos, la nariz y la garganta, explorarle  esas partes del cuerpo y luego palparle el cuello a lo largo de la mandíbula. Para tener una   visión más detallada de las adenoides, es posible que solicite una radiografía o que observe el interior del conducto nasal de su hijo con un endoscopio diminuto.
Si sospecha una infección de adenoides, el médico puede recetar distintos tipos de     medicamentos en forma de pastillas o de jarabe. También le puede recetar esteroides nasales (un líquido en forma se espray nasal) para ayudar a reducir la inflamación de las    adenoides. 

¿Qué es una adenoidectomía?
Una adenoidectomía es la extracción quirúrgica de las adenoides. Es una de las operaciones más frecuentes en los niños, junto con la amigdalectomía (o extracción de las amígdalas).
Si unas adenoides inflamadas molestan a su hijo y él no responde a la medicación, su    profesional de la salud le puede recomendar una adenoidectomía.

¿Qué ocurre antes de la operación?
Un niño con una apnea obstructiva del sueño puede necesitar una radiografía o un estudio del sueño (polisomnograma) antes de operarse. Con este estudio, el médico puede ver cuán    obstruida está la nariz. Un otorrinolaringólogo (especialista en oído, nariz y garganta) puede mirar dentro de la nariz del niño con una luz o una cámara.
ilustracion


¿Qué ocurre después de la operación?
Su hijo se despertará en el área de reanimación. En la mayoría de los casos, los niños    pueden volver a casa el mismo día de la operación. Algunos de ellos pueden tener que   pasar la noche en el hospital para estar bajo observación.
El período de recuperación típico tras una adenoidectomía suele suponer unos pocos días de dolor leve y molestias, que pueden incluir dolor de garganta, moqueo nasal, respiración ruidosa y/o mal aliento.
En menos de una semana, todo debería volver a la normalidad y los problemas que    provocan las adenoides deberían haber desaparecido. No habrá que preocuparse por    extraer ningún punto, y la zona operada se curará por si sola. 

¿Someterse a una adenoidectomía implica asumir algún riesgo?
La mayoría de los niños no tienen ningún efecto secundario grave ni otros problemas tras   someterse a una adenoidectomía. Pero cualquier operación supone riesgos, como    hemorragias, infecciones y problemas con la anestesia. Hable con el médico de su hijo   sobre los riesgos y los efectos beneficiosos de la operación antes de que se someta a una   adenoidectomía.
¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a encontrase mejor?
  • Dele a su hijo medicamentos para el dolor (o analgésicos) siguiendo las   indicaciones de su médico.
  • Ofrézcale abundante bebida. La mayoría de los niños pueden comer   normalmente pocas horas después de la operación, pero es mejor que   empiece dándole comida blanda, como pudin, sopa, gelatina y puré de   papas.
  • Los niños se deben tomar las cosas con calma después de la operación.   Deben evitar sonarse la nariz durante la primera semana, así como los   juegos bruscos o violentos y los deportes de contacto.
  • Si su hijo tiene la nariz tapada, un humidificador de vapor frío le puede   ayudar ablandarle los mocos. Limpie el humidificador cada día para evitar   que se forme moho.
¿Cuándo debería llamar al médico?
Llame al médico si su hijo:
  • tiene fiebre
  • vomita después del primer día o después de medicarse
  • tiene dolor y/o rigidez de cuello, que no mejora con medicamentos para el dolor
  • tiene dificultad para girar el cuello
  • se niega a beber
  • no está orinando por lo menos una vez cada 8 horas
Pida ayuda médica de inmediato si su hijo:
  • sangra por la nariz o la sangre le cubre la lengua durante más de 10 minutos seguidos
  • tiene hemorragias después del primer día
  • vomita sangre o algo que se parece a los granos de café
¿Qué más debería saber?
Aunque las adenoides forman parte del sistema inmunitario, el hecho de extraerlas no repercute en la capacidad de un niño para luchar contra las infecciones. El sistema inmunitario tiene muchas otras formas de luchar contra los gérmenes.

ARFID, UN TRASTORNO ALIMENTARIO POCO CONOCIDO

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